sábado, 24 de diciembre de 2016

Las palabras no se las lleva el viento (y duelen)

Hace unos días encontré este artículo https://lamenteesmaravillosa.com/las-palabras-no-se-las-lleva-el-viento/ , de www.lamenteesmaravillosa.com, titulado "las palabras no se las lleva el viento", por si lo queréis leer. Es MUY recomendable. 

Independientemente del artículo, a mí este enunciado me sugiere dos cosas:

1. Que las palabras son importantes. Las personas podemos decir palabras no acertadas, o decir algo cuando estamos enfadados, que harán daño a otra persona, y por eso hay que ser conscientes de lo que decimos, y controlarlo en la medida de lo posible. 
Incluso a veces, sin mala intención, alguien puede resultar ofendido. Ocurre también con palabras que damos por hecho que todo el mundo conoce, o con frases hechas, por ejemplo, con los micromachismos o con palabras poco respetuosas que hemos aprendido y repetimos por herencia lingüística, pero que conscientemente negamos su significado, alegando a que "se entiende" que no quieres decir eso... Para evitar errores, podríamos intentar decir lo que realmente queremos decir. El diccionario, y en general el español, tiene suficientes palabras como para evitar las que nos puedan llevar a malinterpretaciones o a dañar a otras personas. 









2. Que los compromisos que adquirimos con una persona "lo voy a hacer" y luego no ocurre conforme se ha dicho, las promesas que hacemos y no cumplimos, ... duelen también. En este caso, a mí, es lo que más me duele. Porque me siento engañada. Independientemente de la intención de la persona, que podrá o no ser buena, el hecho es que no ha cumplido su palabra. Y por tanto, la próxima vez que nos dé su palabra, como tenemos memoria, recordaremos las veces que nos ha fallado, y nos costará confiar en él/ella, si es que podemos volver a confiar (el artículo también dice algo sobre esto). Pero, ¿la culpa es de quien no confía? ¿Cuántas oportunidades hay que dar? 









A veces las palabras dejan una herida muy profunda en las personas, no es visible y por eso es tan difícil encontrar la comprensión o la empatía, porque como uno lo siente por dentro, la decepción, desilusión, desconfianza, etc. los demás no pueden verlo, ver el grado de dolor, entender cómo te sientes, cómo te afecta, las veces que viene a tu cabeza el recuerdo... y una herida hecha por palabras, o por promesas incumplidas, sobretodo de personas que te importan, es difícil reparar y difícil de olvidar. Porque las palabras, no se las lleva el viento... 








Felices fiestas, aunque bastante tristes...

Quizás, y puede que sea mucho suponer, todas las personas, las familias, cuando se reúnen alrededor de una mesa para cenar en estas fechas, dan gracias por los alimentos que van a comer, o por los momentos que van a compartir, o por tener un techo en estas noches frías, etc. (tradición que no es sólo religiosa, o cristiana, sino simplemente un agradecimiento, un reconocimiento o un recordatorio de lo afortunados que somos, a nivel personal, o incluso a través de otras corrientes quizá se me ocurre que podría tener que ver con el yoga también, lo de ser agradecido entre otras cosas) y vienen a la cabeza imágenes de personas sin hogar, personas que cenarán en comedores sociales, o personas que aún teniendo dinero cenarán solas, personas que no tienen familia o amigos con quien compartir estos momentos, etc. Además por supuesto, de acordarnos de las personas que fallecieron, y también de las que están lejos, como es mi caso. 
Pero, este año, me resulta especialmente triste. Y no lo comento como una hipocresía, ni por echar nada en cara a nadie, sino tal vez, sea falta de empatía, de sensibilidad... no sé. Siento pena, rabia, injusticia, impotencia... 
Este año, que sin saber exactamente lo que está pasando, sabemos que hay personas, familias, ciudades, que están siendo bombardeadas, destruídas, ... personas, que podríamos ser cualquiera, nos podría ocurrir a cualquiera, y tendríamos que salir huyendo de nuestros propios hogares, de nuestra propia tierra, ... a refugiarnos donde nos acogieran. Si es que nos acogiesen en algún sitio, en algún otro país. Pero como no nos ocurre a nosotros... Ni a nosotros, ni a los que tienen más poder para poder hacer algo, que eso cambie. Día a día mueren inocentes, en una batalla o en unos bombardeos que ellos no han votado, no han elegido, no han ordenado, no quieren... Hablo de los lugares donde están en guerra, de Aleppo, de Siria... ¿cómo estarán ellos viviendo estos días? ¿Seguirán viviendo?

Quería compartir con vosotros esta imagen:



Es Madrid, Sol abarrotado por personas, la mayoría de ellas de compras navideñas, y todo tan decorado. Estamos en alerta por si hay un atentado terrorista, debido al número de personas que allí se concentran, al igual que en el mercado de Berlín hace unos días. 
Hemos salido a la calle a disfrutar de las vacaciones, a compartir con la familia, a comprar regalos... pero yo quiero recordar también esa imagen, esa plaza, tomada por el pueblo, por personas de todos los lugares de España, que no quisieron permanecer callados e impasibles ante las injusticias. (Conocido también como 15M). Seguramente lo económico, como dicen, el bolsillo sea lo que más duele. Pero, los derechos humanos, ¿no duelen lo bastante como para volver a salir a la calle? ¿O pedir firmas, o algo?

Mi deseo de estas Navidades, es que nunca dejemos de protestar por lo que nos parezca injusto. Que nunca nos quedemos impasibles ante la violación de los derechos humanos. Que volvamos a intentar gritar aunque intenten callar nuestras voces. Que sintamos empatía aunque no nos ocurra a nosotros. Que seamos lo suficientemente sensibles, inteligentes y valientes, para defender a los que por alguna situación, se encuentren indefensos

Y dicho esto, por supuesto, aparte de pensar, y buscar cómo actuar, disfrutemos de los momentos que (de momento, tenemos la suerte) ocurren estas fechas, como estar reunidos con toda o casi toda la familia, ver a amigos/as que vienen de fuera, etc. 

No creo en Papá Noel, pero sí en la música, sí el Rock&Roll. Si hay algo que celebrar estos días, al menos que sea con buen ritmo. Que lo paséis bien, y disfrutéis lo que podáis de los momentos que tengáis especiales, aunque luego vuelva todo a la normalidad. 



domingo, 4 de diciembre de 2016

¿Merece realmente mi amor?

La semana pasada, con motivo del Día internacional para la eliminación de la violencia contra la mujer (25 de Noviembre), utilicé este cuento de Jorge Bucay ("La princesa busca marido"), que me encantó. Me hizo caer en algo tan sencillo, y que a veces, puede que por un amor ciego, o un amor romántico, no vemos... y permanecemos ahí, ahí sufriendo. A veces esperando, confiando en nuevas promesas, iguales que las que no han cumplido y que nos han mantenido ahí hasta ahora.

Por supuesto que todas las relaciones tienen sus discusiones, puede que se hagan daño sin querer en algún momento, pero... ¿hacerse daño a propósito? Esto es algo que no puedo entender, y que justamente me ha pasado hace poco, y me ha dolido mucho, realmente en el corazón. Cuando hablo de sufrimiento no son cosas menores, de que no te tape con la manta cuando te quedes durmiendo en el sofá... que también es un gesto de cariño, pero hablo de cosas mayores, de cosas que pueden destruir realmente una relación, destruir la confianza, destruir a una persona.


Lo conocía de hace tiempo, pero no lo recordaba recientemente. Espero que lo disfruten.

Había una vez una princesa, que quería encontrar un esposo digno de ella, que la amase verdaderamente. Para lo cual puso una condición: elegiría marido entre todos los que fueran capaces de estar 365 días al lado del muro del palacio donde ella vivía, sin separarse ni un solo día. Se presentaron centenares, miles de pretendientes a la corona real. Pero claro al primer frío la mitad se fue, cuando empezaron los calores se fue la mitad de la otra mitad, cuando empezaron a gastarse los cojines y se terminó la comida, la mitad de la mitad de la mitad, también se fue. Habían empezado el primero de enero, cuando entró diciembre, empezaron de nuevo los fríos, y solamente quedó un joven.Todos los demás se habían ido, cansados, aburridos, pensando que ningún amor valía la pena. Solamente éste joven que había adorado a la princesa desde siempre, estaba allí, anclado en esa pared y ese muro, esperando pacientemente que pasaran los 365 días. La princesa que había despreciado a todos, cuando vio que este muchacho se quedaba empezó a mirarlo, pensando, que quizás ese hombre la quisiera de verdad. Lo había espiado en Octubre, había pasado frente a él en Noviembre, y en Diciembre, disfrazada de campesina le había dejado un poco de agua y un poco de comida, le había visto los ojos y se había dado cuenta de su mirada sincera. Entonces le había dicho al rey:
- Padre creo que finalmente vas a tener un casamiento, y que por fin vas a tener nietos, este es el hombre que de verdad me quiere.
El rey se había puesto contento y comenzó a prepararlo todo. La ceremonia, el banquete e incluso, le hizo saber al joven, a través de la guardia, que el primero de Enero, cuando se cumplieran los 365 días, lo esperaba en el palacio porque quería hablar con él. Todo estaba preparado, el pueblo estaba contento, todo el mundo esperaba ansiosamente el primero de Enero. El 31 de Diciembre, el día después de haber pasado las 364 noches y los 365 días allí, el joven se levantó del muro y se marchó. Fue hasta su casa y fue a ver a su madre, y ésta le dijo:
- Hijo querías tanto a la princesa, estuviste allí 364 noches, 365 días y el último día te fuiste. ¿Qué pasó?, ¿No pudiste aguantar un día más?
Y el hijo contestó:
- ¿Sabes madre? Me enteré que me había visto, me enteré que me había elegido, me enteré que le había dicho a su padre que se iba a casar conmigo y, a pesar de eso, no fue capaz de evitarme una sola noche de dolor, pudiendo hacerlo, no me evitó una sola noche de sufrimiento. Alguien que no es capaz de evitarte una noche de sufrimiento no merece de mi Amor, ¿verdad madre?
Y yo terminaba el cuento, así:

"Y la madre, que se quedó sin palabras, lo único que pudo hacer fue darle un abrazo muy muy fuerte a su hijo. Y colorín colorado, este cuento, se ha acabo". 

Comparto también un vídeo, pues cuentos como estos los podéis encontrar en formato "audiolibro".



 Si alguien que te quiere, o que dice que te quiere, no es capaz de evitarte 
ni una migajita de sufrimiento, esa persona, ¿realmente merece tu amor?
Y tú no tienes que terminar nada, porque en ese momento, ya está todo terminado.


"El arte de entender y apoyar al otro"

Así es como se titulaba un extenso artículo de la revista "CUERPOMENTE", la cual recomiendo, en su número 259, escrito por BET FONT (psicoterapeuta) y VÍCTOR AMAT (psicólogo). Una pena no haber encontrado el artículo directamente en internet para pasároslo, pero aunque tarde más, lo copiaré para que podáis leerlo. (De esto hace ya bastantes meses...)

Para mí fue importante leerlo ya que, cuando hablamos de EMPATÍA, solemos entender que es ponerse en el lugar del otro. Pero no sólo ponerse en el lugar del otro como para comprender su situación, no para dar consejos, ... sino para legitimar sus sentimientos, dar validez a lo que siente. En ocasiones "nos ponemos en el lugar del otro" e inmediatamente después viene la frase "si yo fuera tú..." como si hubiésemos comprendido lo que le pasa, pero nosotros hubiésemos actuado de otra manera; como si no debiese de sentirse así, evitando que siga sufriendo de alguna manera, olvidando que cada persona tiene sus procesos, y las situaciones en sí mismas tienen unas fases por las que vamos pasando cada cual a su tiempo y con su intensidad, y que es necesario pasar por ellas.


En el artículo hablan sobre el exceso de empatía y sobre la falta de una empatía útil o saludable, que era el punto que más me interesó. Sobretodo impacta con un claro ejemplo el último párrafo, donde se puede entender claramente lo de validar los sentimientos del otro, y no sólo "ponerse en su lugar". Aunque personalmente la frase "está bien sentirse así" no me parece la más adecuada entendiendo como "bien" algo "correcto", sino que yo lo entiendo como "válido". Está bien que te sientas así, es válido que te sientas así, normal, entiendo que sientas eso.

Muchas veces he oído decir "te entiendo" ante una situación, "te apoyo", pero sin embargo tener la sensación esa de "no le están dejando llorarlo", como si intentasen acabar con su sufrimiento sin dejarme desahogar, como si no debiera sentirse así, como si no estuviera empatizando de verdad, diciéndole que todo saldría bien (sin saberlo a ciencia cierta) y lo único que querían era que esa situación terminase.

Espero que os guste. Lo copio tal cual.
(Las imágenes no eran del artículo)

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"La palabra empatía se escucha cada vez más, aunque una cosa es la teoría y otra la práctica. No es fácil ponerse en la piel del otro y aceptar sus sentimientos, sean del cariz que sean. Ejercitar esa facultad, sin embargo, resulta esencial para poder ayudarnos unos a otros.


La semana pasada estábamos en un parque infantil. Mientras nuestros hijos jugaban, de pronto otro niño se cayó desde lo alto de un tobogán. Al levantarse del suelo vio cómo la sangre manaba de sus labios y se asustó mucho, llorando desconsolado. Todos nos acercamos corriendo para socorrerle. El pequeño gemía en medio de u coro de voces bienintencionadas que le decían "¡No llores!" "¡No es nada!, ¡sólo es un poco de sangre!" La madre lloraba también, mientras lo abrazaba gritando "¡Ay, mi niño!". Todos nos esforzamos en ayudar, y sin embargo nos quedó la sensación de que tal vez no habíamos acompañado bien al pequeño. ¿Le resultábamos útiles para calmar su pena y su dolor? ¿Fuimos capaces de hacerle saber que comprendíamos lo que necesitaba?

Suele asociarse la empatía con sufrir y sentir aquello que el otro siente. La propia etimología de la palabra remite al concepto griego de "pathos" o sufrimiento. No obstante podría decirse que algunas personas empatizan mucho y se preocupan por las demás casi constantemente, mientras que otras ni siquiera son capaces de percibir cuándo el otro se siente vulnerable o feliz.
La empatía saludable nos permite participar de los sentimientos de los que nos rodean y congratularnos o dolernos con ellos; ayuda por tanto a vivir en armonía con el entorno. Acompañar a los demás y hacerlo bien contribuye a mejorar la calidad de las relaciones, lo que redunda en una mayor sensación de plenitud y autoestima. Nadie puede vivir solo, aislado de los sentimientos de los demás, pero cuidado: nadie debería vivir inmerso eternamente en la turbulencia de la emocionalidad propia y ajena.



CUANDO LA EMPATÍA DUELE

En las relaciones humanas saber compartir los acontecimientos vitales, las crisis, las alegrías y las experiencias dolorosas de los demás forma parte del arte del buen vivir, por ello conviene estar atento a lo que sucede a nuestro alrededor. Sin embargo, para muchas personas este tipo de sintonía se convierte en una pesada carga si no consiguen establecer una separación entre lo que les ocurre  a los otros y lo que les sucede a ellas mismas.
Sufrir en demasía por un hijo puede suponer un lastre para su desarrollo; padecer a todas horas por una pareja, una familiar o un amigo no solo no suele ayudar a resolver las dificultades sino que puede hacernos sentir desgraciados e incompetentes.
Muchas personas que apdecen dolores crónicos y depresión suelen comentar que se pasan la vida padeciendo por los demás. Por supuesto, como ya hemos dicho, es importante preocuparese por los que nos importan pero hay que saber distinguir cuándo nuestra capacidad de copartir las emociones excede lo saludable y lo útil. Una buena pregunta cuando nos damos cuenta de que estamos empatizando en exceso es: ¿Está colaborando mi malestar a que el otro se sienta mejor?

LA CRUZ DE CADA UNO

Cuando por empatía nos invade la angustia por lo que le sucede al otro, solemos abordar la situación de diferentes maneras. Tal vez sermoneamos a la persona sin demasiado éxito, o actuamos directamente realizando acciones que nadie nos ha pedido. Marina Solsona, psicoterapeuta y experta en constelaciones familiares, suele decir, aplicando la frase en sentido literal, que cada persona cargue con su propia cruz. Quizá entendemos la empatía como pretender arrancársela de sus manos para tirarla o llevarla nosotros, sin embargo en muy pocas ocasiones se nos agradece el gesto, incluso a menudo la persona resulta ofendida por nuestro empático intento de ayudarla. 


PRESTAR ATENCIÓN

Nuestra propuesta, por tanto, no es dejar de preocuparnos y ayudar a quien queremos, sino aprender a hacerlo de forma más adecuada.
Resulta más fácil decirlo que hacerlo, pero la primera etapa de la empatía saludable empieza prestando atención a aquellos que nos importan. 

El mensaje de la empatía es: "Entiendo qué pasa y valido cómo te sientes. 
Está bien sentirse así".

Por ejemplo, poner nuestra agudeza sensorial al servicio de nuestro interlocutor puede ayudarnos a comprenderle mejor sin invadir su experiencia. Solemos tener el hábito de traducir aquello que observamos en el otro a nuestro propio idioma, lo que lleva a extraer conclusiones de lo que ocurre en base a nuestras experiencias, historias personales y expectativas.
Pero si realmente queremos empatizar no hay nada peor que pretender que los demás vivan las cosas exactamente como nosotros y que, consecuentemente, actúen como nos parece correcto. Observar, escuchar y permitirse sentir es el paso previo a un buen acompañamiento; interesarse por el otro, preguntándole y mostrando interés, puede ayudarnos a formarnos una idea más clara de lo que está viviendo. 

LA EMPATÍA SE EJERCITA

Cuando nos cuesta empatizar con alguien una buena manera de empezar puede ser practicar un par de veces por semana la siguiente propuesta ¿Cómo sería mi vida si fuera él o ella? Es un ejercicio que no debe durar más que unos pocos segundos. 
Por ejemplo, si uno de nuestros hijos se muerde las uñas, podemos preguntarnos "¿Cómo sería morderme las uñas? ¿Qué aporta eso de satisfactorio?" Y si tiendes a empatizar demasiado, pregúntate "¿Me sienta bien esto que pasa? ¿Mi sufrimiento atenúa el dolor del otro?". 
Al principio ambas prácticas no resultan fáciles, pero perseverando se logran mejoras en poco tiempo. Poner en marcha este tiempo de empatía creativa nos acerca al prójimo y brinda opciones para ver las cosas de otra manera.

EL CONSEJO INNECESARIO

El consejo suele pertenecer a nuestro modelo de mundo. 
En ocasiones nos puede angustiar tanto lo que le ocurre al otro que nos precipitamos a aconsejarle. Pero conviene recordar que si la persona pudiera hacer de inmediato lo que le decimos, no tendría esos problemas. Ser paciente con los demás y respetar sus tiempos, sin dar consejos obvios o no solicitados, es un camino real hacia la empatía. 

ATENDER SIN ENJUICIAR

Si un consejo dado nunca es seguido, es un indicador de que no estamos siendo suficientemente empáticos... o de que quizá lo estamos siendo demasiado. Sería preferible adoptar un enfoque del tipo "no sé" que nos permita calibrar, sin ideas preconcebidas, aquello que la persona está vivenciando. Cuando somos capaces de enfocar nuestra atención sin actuar precipitadamente ni enjuiciar, podemos abrir la puerta a una conexión de confianza que nos conduzca a la empatía genuina. Por el simple hecho de ser mirada desde esa perspectiva la persona se siente validada sin sentirse juzgada, lo que amplía la posibilidad de comprender al otro.
La empatía podría ser definida como el arte de que el otro se sienta comprendido, aunque ese arte no se basa tanto en comprender como en ser capaz de enviar señales inequívocas de que podemos entender lo que le ocurre al otro. ¿Quién no tuvo en la infancia la sensación de que sus padres eras incapaces de demostrarle que le entendían? Nos sentíamos frustrados y quizá decíamos "no me quieren, no me entienden" por cosas que posiblemente ellos habían vivido a su vez.

UN CAMPO DE COMPRENSIÓN 

Este es el sentido de la empatía: conectar con la experiencia de quien nos importa para crear un campo de comprensión entre ambos que le permita al otro encontrar la fórmula de gestionar lo que le acontece. Equivaldría, en el ejemplo del principio, a poder admirar la cruz que lleva la otra persona y ofrecerle un reconocimiento ante tan pesada carga. Esa podría ser una eficaz manera de ser empático.
En cada situación existen, por lo menos, tres posiciones de percepción. La primera hace referencia a unos mismo: ¿cómo percibo lo que pasa? ¿qué pienso acerca de ello?. La segunda posición se refiere a cómo el otro vivencia la experiencia: ¿cómo sería esta situación si yo fuera el otro?. En una tercera posición visualizamos como observadores lo que está ocurriendo en ese instante.
No es raro estar anclados en la primera posición y considerar la realidad solo desde nuestro punto de vista; es ahí donde puede resultar enriquecedor ponerse en la segunda. en una discusión equivaldría a ser capaz de enfundarse en el papel del otro para experimentar la situación desde ahí.
La empatía es una manera emocionalmente inteligente de emplear este cambio de perspectiva. La asertividad, en cambio, es la capacidad de ponernos en la primera posición, es decir, volver a nuestro propio lugar. Una persona que ejercita el don de colocarse en la piel del otro puede anticiparse a lo que el otro va a sentir y ser de gran ayuda en momentos de dificultad.

LA EMPATÍA ÚTIL

Asimismo, en los momentos de alegría y felicidad, poder experimentar la posición del otro nos garantiza acompañar la experiencia de manera más rica. No hace mucho, la pediatra que atendía a nuestro hijo le advertía: "La inyección duele, pero me parece que llorarás sólo un pquito". Con ello logró que el pequeño soportara el pinchazo estoicamente y sin derramar una lágrima.
En estos casos, ratificar la experiencia del otro da lugar a un buen acompañamiento que facilita cualquier acción posterior. A diferentes niveles el mensaje es: "Entiendo lo que pasa y valido cómo te sientes. Está bien sentirse así".
Ese es el punto crucial. cuando nuestra angustia no mejora el estado del otro, ni tan siquiera permite al otro sentirse como se siente, es cuando hay que dar paso a la empatía útil.

SENTIMIENTOS LEGÍTIMOS

En una ocasión visitamos a una enfermera que había perdido a un hijo recién nacido. Estaba muy deprimida. Como tenía ya un niño de cuatro años y una niña de dos, todo el mundo intentaba animarla. Le preguntaban cómo estaba y luego le aconsejaban: "Tienes otros dos hijos, por lo que deberías estar contenta y tirara adelante".
Ese es un ejemplo poco eficiente de empatía. Si prestamos atención al otro, cabe darse cuenta de que la tristeza y la rabia son reacciones naturales en un caso así. Poniéndonos en su lugar probablemente nos demos cuenta de que el hecho de tener dos hijos no te restituye la pérdida del bebé que murió.
La empatía genuina nace con la idea de que la persona que sufre se sienta validada en su experiencia, así que decirle: "¿Cómo no vas a estar mal? ¿Qué saben ellos?" era una manera de expresar que comprendíamos lo que pasaba. Entre sollozos dijo: "No me han dejado llorarlo". Poder hablar de eso nos permitió, con el tiempo, crear un ritual para ayudarla a seguir adelante al tiempo que podía despedirse de su bebé.
Esa es la base de la empatía útil: poder mirar a la persona como a esa criatura que experimenta una emoción o una situación concreta y hacer saber, simplemente que está bien sentirse así."




lunes, 20 de junio de 2016

Todos podemos ser refugiados

20/06/2016

Hoy ha sido el día mundial de los refugiados.
Imagino que en muchas ciudades del planeta habrá habido manifestaciones a lo largo de todo el día, contando historias reales, reivindicando que se termine con esa situación, para luchar porque se cumplan los derechos humanos, y para pedir a los gobiernos que no miren a otro lado y tomen medidas para solucionar este problema. Yo he estado esta tarde en una de ellas. Hemos plantado nuestras huellas como si fuese un grano de arena más para terminar con esa situación, hemos encendido velas para aportar un poco de luz al duro camino que queda por hacer, y hemos guardado un minuto de silencio por todas aquellas personas que han fallecido en relación a este tema, intentando llegar a un lugar mejor, intentando sobrevivir.
He estado a punto de salir espontáneamente a hablar, porque conforme iba oyendo manifiestos y poemas, un discurso iba viniendo a mi cabeza, sin datos ni estadísticas, sino palabras que salían directamente del corazón. Y no quería que pasara el día sin dejarlas plasmadas en algún lado y compartirlas.



"Hoy es el día mundial de l@s refugiad@s. Pero, que haya un día que lleve ese nombre, no significa que sólo ocurra hoy, no significa que haya nada que celebrar, que sólo tengamos que acordarnos hoy de ellos y ellas y hacerles un homenaje. En el planeta existen muchas personas que son refugiadas, y seguro que ni siquiera saben que hay un día con este nombre, pero sufren en su piel día tras día este drama, durante mucho tiempo, meses, años... hasta casi lustros, podría decir. Incluso generación tras generación.

http://www.un.org/es/events/refugeeday/

Uno/a no elige ser refugiado. Da igual en qué país hayas nacido, de dónde vengas, a dónde vas, y el motivo por el que sales de "tu país". No importa si es una guerra o una persecución política. Uno/a no elige que tiren bombas en su país, que hayan destruído la escuela, quedarse sin familia y sin hogar, que un gobierno haya tomado una u otra decisión, que no acepten tus ideas ... Esta sencilla encuesta nos puede hacer ver que cualquiera podemos ser refugiadoshttp://actua.acnur.org/ ¿Tú que harías en su lugar? ¿Qué harías en esa situación?

No sólo se trata de huir. Se trata de la incertidumbre. Del dolor. Del miedo. De tomar decisiones rápidas para emprender el viaje. De arriesgar. Del sufrimiento. De abandonar personas, objetos y lugares queridos. Se trata de las adversidades del camino, del tiempo, de las trabas que ponen los demás agentes externos. De no perder la esperanza. De resistir situaciones límite. De enfermar. De derrumbarse. De no tener nada. De ver cómo otras personas abandonan o mueren por el camino. De sacar fuerzas de donde no las hay. De sentirse solo/a. De no entender. De que haya gente que se aproveche de tu situación. Que abusen. Que te engañen. Que te hagan creer falsas expectativas. De no saber nada sobre un futuro. De no saber cuándo va a terminar. De no saber cuándo vas a estar a salvo.

http://www.rtve.es/alacarta/videos/programa/especial-documental-destinos-clandestinos/338407/

Las personas de a pie, la gente de la calle, con buen corazón, con ideas sobre el bien común, con espíritu de defensa de los derechos humanos, podemos tener la voluntad pero no siempre tenemos los medios o los recursos necesarios para cambiar situaciones tan grandes, ni el poder. Sentimos a veces rabia, impotencia ante cosas tan grandes. Podemos colaborar con una pequeña donación, compartir información por las redes sociales, mandar apoyo, ser socios de alguna ONGD, colaborar como voluntarios en campañas y actividades, acoger temporalmente según lo que diga la legislación al respecto, ... y manifestarnos. Manifestarnos para que sepan que lo sabemos. Contar historias reales. Dar a sus voces un mayor alcance. Intentar que nos oigan, y que escuchen nuestras peticiones. Manifestarnos en contra de situaciones tan injustas como esta porque ellos, los gobiernos, los políticos, las organizaciones internacionales, las personas que realmente tienen poder para tomar decisiones, para producir cambios, son quienes deben hacerlo posible. Quienes pueden.

¿Por que no vamos a tener derecho a entrar en un país, a la libre circulación de las personas por el mundo? ¿A buscar una opción mejor que lo que tengamos donde vivimos? ¿Derecho a una casa, a una alimentación? ¿A vivir tranquilos/as, sin miedo de ser perseguidos? ¿A que nos respeten? ¿A que independientemente de dónde vengamos ni por qué nos vayamos de ahí, se sigan cumpliendo los derechos humanos?

Quizá desde esos "puestos" tan altos, desde esa distancia, se ve todo más frío. Cuando conocemos a las personas, nos importan más las cosas. No es lo mismo que te cuenten que algo está ocurriendo en un sitio, a que lo veas con tus propios ojos, o a que te lo cuente una persona a la que le tienes cariño, a la que quieres; en ese caso, te preocupa mucho más.


Yo conozco a niños y niñas que han nacido, están creciendo y morirán en campos de refugiados, en campamentos de refugiados saharauis, por ejemplo. Y disculpad que me emocione en este punto. ¿Qué aspiraciones pueden tener? ¿Ese es el futuro que les espera? Y como los demás en esta parte del mundo tenemos un sofá donde echar la siesta tranquilos, ¿vamos a consentirlo? ¿Sólo porque no nos ha tocado a nosotros? ¡¡Llevan ahí 40 años!! ¡Todos podemos ser refugiados!

QUE NO PASE "AQUÍ" NO SIGNIFICA QUE NO ESTÉ PASANDO



No sé si realmente era necesaria esa foto casi morbosa en algunos casos por el modo en que se utilizó, para que nos diéramos cuenta de lo que estaba ocurriendo, cuando la imagen de un niño sirio muerto en una playa recorrió todos los telediarios y conmocionó a la población. Podría ser un niño cualquiera ahogado en la playa en vacaciones, aunque no fue el caso. Yo ya estaba muy afectada mucho antes. A mí la imagen que me recorrió el cuerpo fue (aparte del niño que intenta salvar a su amiga en un tiroteo y se hace el muerto para llegar a ella y salvarla), las imágenes de madres, padres, familias enteras que lanzaban a sus hijos/as y los pasaban de mano en mano hasta llegar a los pocos trenes que salían de allí hacia Europa. ¿Cómo de desesperado tiene que estar alguien para separarse de su hijo/a tan pequeño/a por intentar salvarle, por intentar que salga de aquello? ¿Qué tendrán que estar viviendo y sintiendo esas personas para hacer eso? Eso pensaba, sin juzgar, sino poniéndome en su lugar. Era descorazonador.

Pido a las organizaciones internacionales y a los gobiernos, que hagan frente a esta situación. Que piensen qué sentirían si mirasen cara a cara a alguna personas que ahora mismo está viviendo en esas condiciones, fijamente a los ojos. Que sean humanos, que utilicen la coherencia y el sentido común. Que se pongan en su lugar. ¡No hablo de pena, señores y señoras! ¡Hablo de derechos! Y de humanidad. ¡Derechos humanos! Derechos humanos que están siendo vulnerados.

Todos podemos ser refugiados en algún momento de nuestras vidas. Algunos de nuestros antepasados también lo fueron. Ser refugiado no se elige. Miles de personas están viviendo este drama día tras días, mes tras mes, año tras año, y parece que algunos/as sólo se acuerdan cuando salen en las noticias, o en un día como hoy. Por favor, esto debe terminar. No más muertos ni condiciones infrahumanas por ser refugiad@s. "







sábado, 4 de junio de 2016

Compartir viajes

Ayer venía de viaje, compartiéndolo con una chica que había contactado conmigo a través de Blablacar, y pensé en publicar hoy una entrada que hablase del tema. 
Para quien  no lo conozca, intentaré explicarlo con mis palabras.
Blablacar es una red social, que facilita el contacto entre personas, con perfiles de conductores o pasajeros, para poder compartir viajes o trayectos de un punto a otro, que coincidan en sus destinos, o en su camino. Es decir, lo mismo que cuando vas para un sitio, y tu amigo o vecino también va, os enteráis, y os vais juntos. Sólo que como no todas las personas se conocen en este caso, Blablacar deja que se publiquen los viajes y se hagan búsquedas, para poner en contacto a esas personas, que habitan un territorio o distancia más extensa que los círculos que uno/a mismo/a pueda tener en el día a día.
No se trata sólo de compartir los gastos de gasolina, porque un vehículo tiene más gastos aparte de la gasolina (desgaste de ruedas, por ejemplo, líquidos, frenos, mantenimiento, etc.) para realizar un viaje.
No se trata de lucrarse ni utilizar el coche como si fuera un taxi.
Se trata de compartir viaje, en un aspecto más amplio. Se comparte el trayecto, algunos gastos, se comparte conversación, etc.
Se trata de aprovechar viajes (vehículos) para reducir el consumo de gasolina, reducir el tráfico de la carretera, las emisiones, la contaminación, etc.
 
Considero que es muy importante ver el lado humano de esta plataforma. Ellos te dan unas orientaciones, tienen unas pequeñas normas o procedimientos a la hora de publicar viajes, hacer las reservas, etc. pero el único "contrato" que hay (por decirlo así, porque no hay un contrato), por ambas partes (conductor y pasajero), es al que se llegue entre ambos. Digamos que Blablacar sólo sería el mediador, la celestina, el que pone en contacto. Pero indudablemente, al ser un acuerdo entre personas, se deben tener en consideración para que todos viajen a gusto, las necesidades de todas las personas que tomen parte en él.

Y ese es precisamente el punto más delicado de todo: la CONFIANZA.
Se deben de comentar cosas como si nos importa viajar con animales o no, si nos importa que se acerquen a algún punto porque no podemos pasar a recogerles donde quieren, comentar durante el viaje si nos importa a todos los pasajeros que hagamos una parada para hacer pis, si les importa esperar cinco minutos si llegamos tarde, etc. etc. Comentarlo siempre es la mejor opción para que todos sientan que el viaje es compartido, y se lleguen a consensos. 



La confianza. Confiar en alguien a quien no conoces. Viajar con desconocidos.
Reconozco que la primera vez que lo utilicé yo también tenía mis miedos. Pero son eso, miedos. Y, ¿qué es el miedo? Todas las personas tenemos miedos, que son ni mas ni menos mecanismos de defensa de nuestra mente ante una situación desconocida, o una amenaza (real o imaginaria), acompañados de inseguridad. Más aún, cuando te has criado en un pueblo pequeño (que tiene muchas ventajas pero geográficamente no estamos tan acostumbrados a cosas diferentes como por ejemplo en una capital o en una zona de playa donde hay más personas, de distintos países, más culturas conviviendo juntas, modas y hobbies cambiantes, etc.), siempre con la educación de "no confíes en un extraño", precisamente por lo que imaginamos de "ese extraño", del distinto, del diferente, del desconocido... De qué intenciones llevará, de si esconde algo, de si intentará engañarnos, etc.  Yo también los tenía. Y aunque ahora no es que haya resuelto todas esas cuestiones, me he abierto más a confiar en el extraño (rompiendo los prejuicios y miedo de la frase que nos dicen desde niñ@s), porque por suerte me atreví a probarlo, he ido teniendo buenas experiencias, y estoy más abierta a las cosas positivas que nos puede ofrecer el extraño, lo que podemos aprender, compartir, disfrutar, etc. aparte de solucionarnos la papeleta cuando no tienes cómo llegar a un sitio.
Si recordamos tiempos pasados (incluso presentes en otros lugares del mundo), cuando iban en carros, o cuando hacían auto-stop porque no todo el mundo podía comprarse un vehículo, etc. también había que fiarse, aunque también tuvieran esos miedos. Cuando nos enamoramos, cuando conocemos a alguien nuevo, etc. tenemos que confiar. Al principio todos somos extraños, y siempre hay una primera vez para todo.

Aquí podéis leer un estudio sobre la confianza online entre los usuarios de la comunidad virtual de Blablacar
http://www.consumocolaborativo.com/2013/01/22/los-miembros-de-la-comunidad-blablacar-confian-mas-entre-ellos-que-en-el-vecino/



Deduzco de la reflexión anterior dos cuestiones importantes para reflexionar, y que al igual que la frase anterior, podemos aplicarlas a la vida en general, y no sólo a Blablacar:

  1.  Sufrimos más por lo que imaginamos que por lo que es en realidad. La mayoría de las personas no tienen una vida de sucesos tan interesante como en las series de televisión, CSI, etc. ni el porcentaje de asesinos en la población mundial es tan elevado como para que te toque. No significa esto que no nos pueda tocar... Ojalá que no! En la práctica, me he encontrado con casos que simplemente han ido durmiendo y ya está, y con casos que han sido todo un descubrimiento del que, ¿por qué no?, pudiera surgir alguna amistad. Incluso conozco casos en los que ha habido algo más que amistad, jaja. Pero bueno, no ha sido el mío. La cuestión es que si andamos imaginando todas las cosas malas que puede encerrar esa persona, sin saber si son reales o no, nos estamos enfrentando a un prejuicio, a un miedo no real, imaginario, por todas las cosas que puede imaginar nuestra mente. Al igual que con el resto de situaciones de nuestra vida que puedan darnos miedo. 
  2. Los demás, también pueden pensar todo eso sobre nosotros, porque para los demás, nosotros somos "el extraño", "el desconocido". Y realmente a mí no me gustaría que pensasen eso de mí, porque yo no llevo malas intenciones. En este caso, yo sólo necesito ir de un sitio a otro, y a veces no hay horarios o combinaciones suficientes como para poder viajar donde necesitamos, a las horas que el trabajo, los compromisos, la agenda, etc. nos dejan. Los demás también pueden pensar eso sobre sí mismos, también pueden llevar esas intenciones, cuando yo les estoy juzgando. Si a mí no me gusta que me juzguen, entiendo que a los demás tampoco.


Aún así, creo hay "miedos" "inevitables". Después de romper esa gran barrera, aún nos pueden seguir quedando preguntas, como por ejemplo:
¿Y si me deja colgada? ¿Y si cancela el viaje a última hora y no me avisa? ¿Y si no tiene la identidad que ha publicado? ¿Y si se desvía en el camino? ¿Y si tiene una manera de conducir con imprudencia?

Para algunas de estas cuestiones, hay como unos parámetros que la propia aplicación de Blablacar establece por seguridad, como rellenar todos los apartados del perfil para que verifiquen la identidad, deja registrado quién ha viajado con quién, para que no haya problema con el pago lo hacen a través del servicio de Blablacar directamente por el banco en trayectos largos, no dan tu teléfono hasta que no está hecha la reserva y antes tú puedes hablar con la otra persona con mensajes públicos en la publicación del viaje, de manera que todo el mundo puede leerlo, a los conductores nos hacen rellenar una casilla como que tenemos el permiso de conducir y somos conscientes de las normas de circulación, etc.

Como es un tema que nos puede crear muchas dudas al principio, os comento algunos consejos para que todo sea lo más seguro y fiable posible:

  • Primero, hay que crear un perfil. Para rellenarlo, debemos aportar nuestros datos reales, precisamente por lo que hemos dicho antes, si a nosotros nos gustaría que los datos de la persona con la que viajamos fuesen reales, nosotros deberíamos ofrecer la misma sinceridad y fidelidad con respecto a la realidad. Puedes rellenar hasta donde tú quieras, pero la propia plataforma valora más cuantos más datos haya rellenados. Poner una foto facilita luego el encuentro con la persona, y da más seguridad "ponerle cara". No te preocupes, que tus datos personales no los darán a nadie (ley de protección de datos), exceptuando tu número de teléfono en los casos en los que hagáis una reserva,  a la persona con la que viajarás, para poder quedar por teléfono en los puntos exactos de recogida, comunicar si hay algún retraso, etc. y así tener el contacto directo para el viaje.
  • Si quieres viajar con alguien, puedes ver su perfil, su foto, los comentarios que le han dejado otros pasajeros, el tiempo que lleva registrado, etc. y así hacer una valoración (sobretodo por los comentarios) a la hora de elegirlo o no. Por eso es muy importante dejar comentarios a las personas con las que hemos viajado, para que otras personas que puedan viajar con ellas tengan referencias, aparte de que esas valoraciones también son tenidas en cuenta para dar un "nivel" al usuario. Esta parte es la que más "confianza" o "desconfianza" me transmite a mí, si creo que el perfil y los comentarios son verdaderos y reales. Si tengo dudas, sigo buscando otra opciones, otras personas. Eso sí me ha pasado alguna vez. 
  • En Blablacar hay una valoración por niveles, en los que tienen en cuenta varias cosas (en la asistencia de la web puedes encontrar más información al respecto) como por ejemplo si tienes fotos, si has rellenado todo tu perfil, si respondes pronto a los mensajes, los comentarios, si has puesto foto del vehículo en caso de ser conductor, etc. Va desde el nivel de "principiante" que sería el mínimo, hasta el nivel de "embajador" que sería el máximo. Ser "embajador" da más seguridad para viajar esa persona, porque se supone que tiene más experiencia, que contesta pronto a los mensajes, que tiene buenas valoraciones de otros usuarios, etc. y dentro de la "comunidad" de Blablacar, da como más confianza, por así decirlo, aunque realmente una persona que está empezando a utilizarlo puede ser también de confianza aunque no tenga experiencia por ahora en lo que es Blablacar. 
  • Con el tema de las identidades, aparte de que Blablacar las verifique, es verdad que hay casos en los que, bien porque no entienden de NTICs, no saben manejar el ordenador o el móvil, o simplemente por pereza de no hacerse un perfil y hacer la búsqueda, un usuario te puede hacer una reserva para su hermano, su primo, su hijo o vete tú a saber. Yo normalmente no acepto esto, a no ser que venga la persona que tambien lo reserva. Es decir, un usuario puede reservarte una plaza, dos, tres... pero eso significa que el usuario viene, aunque venga con más gente. No me gusta que me reserven una plaza sólo para alguien que no son ellos. Pienso además, que si a alguien le interesa utilizar esto, como mínimo debe tomarse la molestia de investigar y crearse un perfil.
  • Algunos conductores cancelan los viajes una vez que han quedado ya con los pasajeros, avisándoles previamente, para evitar que Blablacar cobre su comisión, pero ahí el conductor cobra lo que quiere, y además el viaje queda sin registrar. Personalmente, a no ser que conozcas al pasajero o al coductor, y ya tengáis los contactos de antes, de manera que podéis quedar para viajar sin necesidad de que medie el sistema, yo prefiero hacerlo todo "legal" por Blablacar porque así queda ahí todo registrado. Y que ellos cobren una pequeña "comisión" no me parece mal ya que están ofreciendo un "servicio" al guardar los contactos de unos y otros, y gestiones como las transferencias, etc. Lo que se llevan es un porcentaje del precio total del viaje. Si por ejemplo se trata de un viaje corto, de un euro o dos, entonces no se llevan nada porque es muy poca cantidad y además se da en mano una vez terminado el viaje directamente del pasajero al conductor. 
  • Blablacar te da una orientación de los precios que pueden costar proporcionalmente los viajes, por plazas. El conductor puede subirlo o bajarlo, pero teniendo siempre en cuenta el precio aconsejado. Ya que si lo suben mucho, les costará más llenar el coche, y si lo bajan será más asequible para los pasajeros. Y si piden demasiado, el propio sistema te avisa de que esto no se utiliza para lucrarse.
  • Si quieres viajar con mascotas, y esto es algo que a mí me encanta porque a veces en los transportes públicos no puedes, debes fijarte en si los conductores admiten mascotas, porque muchos sí lo aceptamos, si cumplen con toda la normativa y requisitos legales. 
  • Existe una opción de "viajar sólo con mujeres" en caso de que lo que te dé miedo sea viajar con hombres. En mi caso me preocupan las intenciones de las personas, no su sexo. Pero bueno, para quien le pueda interesar porque se sienta más segura viajando sólo con mujeres.
  • Los conductores pueden establecer las normas que hay que cumplir en su coche, como si se puede fumar o no, si se puede utilizar el mechero para cargar el móvil, si pueden poner su música o no, si prefieren que hablen mucho o poco, etc.

¿Cómo funciona?


  • Nos metemos en la página web de Blablacar ( https://www.blablacar.es/ ) o en la aplicación si estamos con el móvil. Y en "encuentra tu viaje" o "buscar viaje" o algo así, ponemos DE DÓNDE y A DÓNDE queremos viajar, y la FECHA. Entonces nos hará una búsqueda de todos los viajes que han publicado. En cada viaje, pone el recorrido que hace, y podemos reservar sólo un trozo, un trayecto, o el viaje total según lo que se ajuste a nuestras necesidades. Si no encontramos los puntos exactos desde donde queremos salir, siempre podemos preguntarle por mensaje público al conductor, si puede desviarse (que también lo pone en la publicación) a algún pueblo cerca, el punto de la ciudad donde queramos que nos recoja, y cualquier duda que tengamos. Está bien que sean en mensajes públicos porque así otros usuarios pueden leerlas por si al ver el viaje tienen las mismas dudas. Creo que también se podían mandar mensajes privados dentro de Blablacar a otro usuario. Todo esto dentro de la la web o aplicación, aún no tenemos el teléfono móvil.
  • Una vez hemos resuelto las dudas, si queremos viajar con él/ella, tenemos que hacer una reserva. Entonces, la otra parte deberá confirmar la reserva. Normalmente hay un tiempo estimado de respuesta que cada conductor tiene puesto para responder mensajes y confirmar reservas. Algunos lo tienen determinado para hacerlo manualmente, y en otros casos, las confirman automáticamente cuando se hace la reserva.
  • El siguiente paso, es que Blablacar te manda un mensaje con el teléfono de la otra persona, para que podáis quedar o confirmar hora, lugar, llamaros, etc.
  • Si el viaje es largo, al pasajero le mandarán un código (al móvil o en la aplicación) que deberá darle al conductor una vez que hayan terminado su viaje. Si no lleva para apuntar, por comodidad, se suele reenviar el código conforme nos lo han mandado, al conductor.
  • Si el viaje es corto, normalmente no dan código puesto que el pago puede ser en mano porque son cantidades muy pequeñas (1 €, 2 €, 3 €, ...) y se entiende que si el pasajero no sube, no se hace el viaje, y por lo tanto no se paga. Y si sube, pues se paga cuando baje.
  • Normalmente, para hacer los pagos, (en viajes que no sean demasiado cortos) cuando nos registramos, nos pedirán el número de cuenta y ellos se encargan de hacer la transferencia una vez realizado el viaje. Aunque algunas personas se muestran un poco reticentes a esto, esos datos sólo los utilizan los gestores de Blablacar y nadie público tiene acceso a ellos. Una vez introducidos los datos bancarios una vez, ya no nos los pedirán más veces porque se quedará grabado. Los pagos sólo se harán una vez hemos confirmado QUE YA HEMOS REALIZADO EL VIAJE, cuando el conductor haya mandado a Blablacar el código que el pasajero le ha dado.
  • Desde que el conductor confirma con el código que han realizado el viaje, hasta que se realiza el ingreso en su cuenta, pueden pasar unos 7 días, pero suele ser rápido.
  • Después del viaje, tanto pasajeros como conductor suelen ser avisado por el sistema para recordarles que escriban un comentario sobre la persona con la que han viajado. En esta comunidad es muy importante la valoración de los usuarios, precisamente porque como no conocemos a las personas, esos comentarios pueden aportarnos información valiosa, y aparte afecta a su perfil en cuanto a experiencia. 

La verdad es que los viajes en general suelen hacerse amenos, y son muy curiosas las coincidencias que podemos tener, las historias interesantes que nos podemos encontrar, etc. Sobretodo si viajas mucho, está bien porque no viajas solo/a, aparte de la aportación económica, nos hacemos compañía.

Es cierto que cuando uno/a publica un viaje como conductor/a, sigues teniendo una cierta "seguridad" porque eres tú quien conduce, quien lleva el coche, tu coche. Yo también lo siento así. Y cuando vas de pasajero/a es como doble reto: persona desconocida como compañero/a de viaje, más vehículo-forma de conducir desconocida, jaja. Reconozco que cuando me toca ser pasajera he sentido más nervios, pero puedo decir que las experiencias que he tenido han sido increíbles: en una el conductor me regaló un postre casero al terminar el viaje porque era cocinero, también me han dejado viajar con mi compañera que es una labradora, y en otra terminamos los dos cantando canciones de "la movida" a dúo...

Seguro que todavía pueden surgirte algunas preguntas, pero no te preocupes, dentro de la web de Blablacar tienes apartados de asistencia con un montón de preguntas sobre su funcionamiento y cuestiones que pueden aparecer al empezar a usarlo, y aparte de ese apartado, puedes contactar con ellos y escribir tus propias preguntas o tu caso particular.

Existen otras webs o aplicaciones similares, como por ejemplo "amovens", por si queréis investigar más opciones.

Ha sido un poco extensa la entrada, pero espero que haya resuelto las máximas dudas. Cuando desconocemos algo, al menos a mí, me gusta encontrar la máxima información posible. ;)

sábado, 28 de mayo de 2016

Ups!

Ey! Un par de cositas han pasado en el blog...
Por así decirlo hay una mala y una buena noticia... ¿Cuál querríais primero? ...



 La buena: sin saber cómo, ya van mogollón de visitas!! ¿¿Cuándo ha ocurrido esto?? ¡No tengo ni idea! jajaja pero muchas gracias!! ¡¡ 18.400  ¡¡

La mala: Han desparecido un montón de vídeos de Youtube y enlaces que tenía puestos en las entradas... 
¿Y si ahora no puedo recuperarlas y saber cuáles eran? ¿Qué habrá ocurrido? Voy a intentar solucionarlo poco a poco. Gracias por la paciencia y la comprensión. No sólo son para vosotros, a mí también me gusta regresar a entradas anteriores y ver las cosas que he compartido, que me han emocionado, etc. así que me gustaría que permaneciesen ahí... Esto me hace aprender a que, además de los links o vídeos, está bien que deje algún tipo de reseña escrita por si ocurre algo así. ;)

Mientras tanto, os dejo un par de cancioncillas, comentarios aparte....

"Que se llama soledad" de Joaquín Sabina

"Oops!... I did it again" de Britney Spears


Oops!... I Did It Again - Vintage Marilyn Monroe Style Britney Spears Cover ft. Haley Reinhart



Oops!... I Did it again. Cover by Julia Zahra

Cuando esperamos "el momento perfecto para hacer algo"

Me ha encantado este spot de la FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción) (pinchando encima os saldrá su web)
Un poco en relación con la entrada anterior ("algo que nos guste cada día") y en relación a otras entradas como "a qué esperamos para ser felices"  o  "No tenas miedo. Atrévete", el espíritu es parecido. El evitar caer en rutinas, en malas rutinas...

Más en concreto, sobre el no estar esperando a que pase algo, sino a hacer que las cosas ocurran.
En otras ocasiones hemos hablado sobre la sensación de estar esperando a que ocurran una serie de cosas para hacer algo: a que tengamos más dinero, a que estemos de vacaciones, a ver si me ascienden, a llevarnos mejor con alguien, a que algo se termine para poder empezar otra cosa, a que algo malo deje de ocurrirnos, a que se vaya una mala racha, ... o simplemente a estar de mejor humor, a ver si me animo, a ver si cambia el tiempo... Cosas, que puede que nunca ocurran. Un momento que, tan idóneo e ideal lo buscamos, que quizá nunca llegue. Y si llega, encontraremos otra excusa u otro motivo u otro matiz que nos falta para que sea el momento perfecto...
Y en ese "mientras tanto", en ese "a ver si", se nos escapa el tiempo...

Yo vivo en mis carnes esa sensación. Muchas veces. Y no me gusta, claro.

En el anuncio podemos comprobar que ese estado, no sé si podríamos llamarlo "zona de confort" o no del todo, es como una gran sala de espera, donde hay mucha gente. Es decir, hay mucha gente en esa misma situación, esperando a que algo suceda, a que algo les suceda, a comprometerse con algo, a enfrentarse a algo, a decidirse por algo... Y en esa sala tienes toooodos los entretenimientos que quieras para continuar permaneciendo ahí: revistas, juegos, sillas, tv, etc.

¿Quién es el dueño del tiempo? El tiempo ahí pasa, y sólo cada uno puede decidir cuándo sale de ahí. Esa sala de espera va a existir siempre, y siempre va a haber gente dentro. Somos nosotros mismos los que debemos tomar la decisión. Atrevernos. Comprometernos. Hacer algo importante. Construír. Transformarnos. Hacer que las cosas sucedan. 



CAMPAÑA #Construye #Noesperes LA GRAN SALA DE ESPERA


Frase: "los que esperan el momento perfecto para hacer algo, que sepan que quizás nunca lo sea. 
No esperes para construír".

viernes, 13 de mayo de 2016

Hacer algo que nos guste cada día

¡Como pasa el tiempo! Estamos tan ocupados trabajando, o buscando trabajo, estudiando, preocupados por llegar a fin de mes, por cómo organizar y limpiar la casa, porque los que nos rodean estén bien, por cumplir con todas nuestras citas (médicos, visitas, sacar al perro tres veces al día, tomar los medicamentos quien tome, mandar la correspondencia, trámites burocráticos, etc.) que a veces no sacamos tiempo para dedicarnos a nosotr@s mism@s... Hablo en general, al menos, a mí hay temporadas que me pasa... ¿De las 24 horas que tiene el día, quitando las que cubrimos con las necesidades básicas (dormir, comer, asearnos) y las que estamos haciendo obligaciones, cuánto tiempo nos dedicamos a nosotr@s mism@s? Y no sólo dedicárnoslo, sino ¿cuántos momentos son los realmente disfrutados?


La semana pasada estuve en una reunión sobre "gestión de asociaciones". En la presentación, cada participante exponía el caso de una asociación de la que formase parte, o que conociera. Una chica comentó que habían decidido crear una asociación con la temática "salud" porque era el sector más amplio que encontraron, justificando que no eran ni una asociación asistencial, ni médica. Porque salud, no sólo es el aspecto físico. No sólo es alimentación. No sólo es la ausencia de enfermedades. No sólo es el estado de ánimo. No sólo son los hábitos de cada cual. No sólo es la higiene. No sólo es hacer ejercicio... Son también las actitudes, las relaciones sociales, cómo empleamos nuestro tiempo libre, nuestra manera de hablar, la energía que transmitimos, la espiritualidad, cómo nos tomamos las cosas, los lugares en los que estamos, el ambiente que nos rodea, lo que consumimos, lo que pensamos, etc. Me pareció algo muy razonable y que no siempre se tiene en cuenta.




Desde siempre he pensado que hay que sacar un hueco para hacer algo para nosotros mismos, algo que nos haga felices (aunque también nos puedan hacernos sentir bien otras cosas que hagamos en nuestra rutina, pero no siempre van dedicadas a uno/a mismo/a). Normalmente lo apuntaba en la agenda como actividad pendiente una vez a la semana, dar una vuelta con la bici. Hay quien lo tiene como una vez al mes, por ejemplo, una escapada al campo. Pero, lo cierto es que se empieza con ganas (igual que los propósitos del 1 de Enero...) pero al tiempo empiezan a aparecer imprevistos, contratiempos, ... algo muy peligroso que se llama pereza.... dejar para mañana lo que puedes hacer hoy, quitarle importancia... etc. etc. Así que esta semana me he plantado, porque al final acumulas, acumulas y no cabe ya. Alguna vez más lo he hecho, y me gusta el resultado. QUE NO SE PASE UN SÓLO DÍA SIN QUE HAYA HECHO ALGO QUE ME HAGA FELIZ, SIN QUE HAYA DEDICADO UN POQUITO DE MI TIEMPO A MÍ MISMA.

Luego, las circunstancias cambian, las personas aparecen y desaparecen de tu vida, los trabajos terminan, las casas pueden ser temporales, lo urgente deja de serlo, las preocupaciones van y vienen... pero lo que es seguro es que TODA TU VIDA VAS A VIVIR CONTIGO MISM@.


NO ES EGOÍSMO. Creo que más bien, es una cuestión de justicia. Para poder dar lo mejor de nosotros mismos, debemos sentirnos bien con nosotros mismos, y no tenemos como disciplina, rutina o costumbre el cuidarnos cada día. Más bien solemos cuidar a otros, y dejarnos cuidar por otros, como por ejemplo, los padres con los hijos, los hijos con los padres, las parejas entre ellas, etc. Sin descuidar a nadie, creo que es justo mimarnos un poco también a nosotros mismos cada día. Para eso, no es necesario ningún exceso. Yo prefiero dedicarme ese rato a mí sola para prestar atención a mis pensamientos y a mi interior, o al silencio, pero hay quien prefiere tener esos momentos compartidos. Por ejemplo: un ratito de lectura, o de ejercicio, o de meditación, una infusión con música relajante durante 10 minutos después de comer o antes de dormir, ir a la piscina a hacer unos largos, darte una ducha relajante, o una ducha de las de karaoke a toda pastilla con energía, salir a pasear un rato, jugar con tus mascotas, o con los niños, o contigo mism@, imaginar, dar una vuelta con la bici, visitar algún museo de camino a casa, disfrutar de una obra de teatro, hacer actividades sola o en compañía, disfrutar de la comida, de los olores... más que nada, disfrutar, que sea algo que no hagamos por obligación, ni por rutina, sino algo porque nos guste. PORQUE ESO, ES BUENO PARA NUESTRA SALUD. Ya lo dijo Voltaire...


[Entre otras cosas, estoy intentando volver a sacar ratitos para escribir, como parte de mis pequeños "caprichitos" aunque no todos son por aquí ;) ]