lunes, 25 de febrero de 2013

"El proceso de convertirse en persona"

Les invito amablemente a reflexionar sobre un texto que ha llegado a mis manos...

"He descubierto que aceptar realmente a otra persona, con sus propios sentimientos, no es en modo alguno tarea fácil, tal como tampoco lo es comprenderla. ¿Puedo permitir a otra persona sentir hostilidad hacia mí? ¿Puedo aceptar su enojo como una parte real y legítima de sí mismo? ¿Puedo aceptarlo cuando encara la vida y sus problemas de manera muy distinta a la mía? ¿Puedo aceptarlo cuando experimenta sentimientos muy positivos hacia mí, me admira y procura imitarme? Todo esto está implícito en la aceptación y no llega fácilmente. Pienso que es una actitud muy común en nuestra cultura pensar: "Todas las demás personas deben sentir, juzgar y creer tal como yo lo hago". Nos resulta muy difícil permitir a nuestros padres, hijos o cónyuges sentir de modo diferente al nuestro con respecto a determinados temas o problemas... 
Cada persona es una isla en sí misma, en un sentido muy real, y sólo puede construir puentes hacia otras islas si efectivamente desea ser él mismo y está dispuesto a permitírselo. Con esta enseñanza se relaciona estrechamente el siguiente corolario: la evaluación de los demás no es guía para mí. Aunque los juicios ajenos merezcan ser escuchados y considerados por lo que son, nunca puede servirme de guía. Sólo existe una persona capaz de saber si lo que hago es honesto, cabal, franco y coherente, o bien si es algo falso, hipócrita e incoherente: esa persona soy yo. Mi experiencia es mi máxima autoridad. Mi propia experiencia es la piedra de toque de la validez. Nadie tiene tanta autoridad como ella, ni siquiera las ideas ajenas ni mis propias ideas. Ni la Biblia, ni los profetas, ni Freud, ni la investigación, ni las revelaciones de Dios o del hombre, nada tiene prioridad sobre mi propia experiencia."

Carl Rogers. El proceso de convertirse en persona. 


Ayudar

Significado de "ayudar" Definición
1. Cooperar/colaborar.
2. Auxiliar/socorrer.
3. Valerse de la ayuda de algo o alguien.

Creo que a la mayoría de las personas nos gusta ayudar a otros. Somos más o menos solidarios. Ayudar en varios sentidos, y en distintos niveles, cada uno en base a sus posibilidades económicas, de tiempo, estado de ánimo, y sobretodo de las oportunidades que se tengan. No vamos a provocar algo a propósito, para poder ayudar luego.

Cuando ayudamos, indirectamente, nos sentimos bien. Es como una recompensa emocional, no escrita en ningún sitio. Y que, por supuesto, no debe de ser lo que nos haga que ayudemos, sino algo que va implícito en esa ayuda, pero es colateral, secundario.

Por otra parte, no podemos ayudar a quienes no quieren recibir ayuda. Esto me parece algo obvio, no vamos a ponernos pesados en ayudar para cambiar algo, aunque sea mejorarlo, si la otra persona no lo quiere cambiar, o no admite esa ayuda. Ella es quien tiene que decidir. A veces, algunas personas se sienten mal por recibir esa ayuda, porque piensan que es como admitir que son inferiores en algún sentido...cuando no tiene por qué ser así en realidad. 
Pero también hay ocasiones, sobretodo de extremo peligro, que nuestro cuerpo se cree más fuerte de lo que es en verdad, o por coraje, o por orgullo... no se acepta esa ayuda cuando es de vital importancia, y en caso de emergencia, habría que actuar.



En una situación "normal", hace un par de fines de semana, me ocurrió algo de lo que no me había percatado nunca... Se dieron varias circunstancias en las que se repetía el mismo patrón... Por ejemplo, estaba intentando subir a un sitio, y me ofrecieron ayuda. La negué, porque pensé que debía intentarlo, antes de rendirme. Estaba cargando con peso, y me ofrecieron ayuda. La negué, porque no quería tratos de favor, molestar a nadie, aceptar algo que quizás decían sólo por educación, ni sentirme inútil, yo podía. Etc. etc. Quizás, puede que no estuviera acostumbrada tampoco a recibirla... No era por orgullo ni nada por el estilo, sólo quería, al menos, tener la oportunidad de intentarlo sola. Y en casi todas las ocasiones, pude. Entonces, me preguntaron. "¿Por qué nunca aceptas ayuda?" ¡No es cierto que nunca acepte ayuda!-pensé- "No nos das la oportunidad de sentirnos mejor al ayudarte" (dijeron). ¿¿Perdona?? - me pregunté a mí misma... me quedé sorprendida con sus palabras...- Yo acepto la ayuda, incluso la pido, ¡¡sí, la pido!! cuando la necesito, no tengo ningún problema en pedirla, ni me avergüenzo ni nada, me siento bien también cuando me ayudan, me siento agradecida y lo agradezco. No me niego a recibir ayuda, si la necesito. Pero... si no la necesito... ¿me estás queriendo decir, que debo aceptarla sólo, porque tú crees que sí, porque egoístamente quieras sentirte bien al ayudarme????...

Y eso me invitó muuuucho a reflexionar... quería compartirlo, por si os sumábais a pensar en ello también...
¿Cómo nos sentimos cuando ayudamos a otras personas? ¿Forzamos esa ayuda? ¿La ofrecemos desinteresadamente? ¿Nos anticipamos al ofrecer ayuda? ¿Esperamos a que nos la pidan? ¿Sabemos detectar cuándo la necesitan aunque no la pidan?
¿Cómo nos sentimos cuando necesitamos ayuda? ¿La pedimos? ¿Nos cuesta? ¿Esperamos al último momento para pedirla? ¿Nos gusta recibirla?

Algo maravilloso que aprendí cuando estudiaba, es que no siempre lo correcto es "ayudar", porque a veces se interpreta que la ayuda viene de un ser superior, a uno inferior. Sino, de algún modo, conseguir que sea la propia persona la que lo consiga por sus propios medios, tratando así de igual a igual...
Aunque si me estoy ahogando... ¡¡¡que nadie intente ponerse a enseñarme a nadar por favor!!! ¡¡Tírenme una cuerda!! ;)

martes, 12 de febrero de 2013

¿Está usted loca?

Hace un par de meses, realicé un examen médico, un "test psicotécnico" que le llaman. La clínica que lo realizaba, era privada, y obviamente, estos informes, se pagan. Pasé por varios profesionales: medicina general, ópticos, y psicólogo. Todo normal, hasta llegar al psicólogo. Tuve una sensación rara con este último...

Entré a la consulta, él estaba sentado, escribiendo, serio. Me ofreció sentarme tras pasar un rato en el que me mantuve de pie, por educación, detrás de la silla, esperando a que dijera algo. No me realizó ninguna prueba. No me puso ningún caso práctico o posible situación para ver cómo reaccionaría. Y apenas recuerdo que me mirase a la cara. Simplemente, mientras escribía, me hizo unas preguntas, muy directas, y muy pocas tipo: ¿Está usted loca? ¿Toma drogas o medicamentos para dormir? ¿Tiene depresión o ganas de suiccidarse? "Vale, hemos terminado, puede salir". Salí, en silencio, anodadada, con una sensación entre estupidez y vacío. ¿¿¿Qué esperaba que le respondiera yo de mí misma???  "¡¡Sí, estoy muy loca ...!!"   Vacío también en el bolsillo.

Después, para otra gestión, tuve que realizar de nuevo otro examen médico en la misma clínica. Los profesionales eran los mismos, pero en el caso del psicólogo, habían cambiado. Me alegré de ver que no era el mismo, sin saber si sería mejor o peor. Me comentaron que se rotan, para cubrir todas las horas. Él me invitó a sentarme. Su expresión corporal transmitía mucha más tranquilidad. Me quedé esperando la pregunta "¿Está usted loca?", pero por suerte, no apareció. Me hizo más preguntas, pruebas en las que comentó que España es pionera a la hora de realizar controles para renovar permisos de conducir de forma segura, explicándolo todo muy bien, muy amable y mucho más "humano" que el anterior, que parecía un autómata burocrático sin expresión. Salí encantada, y así se lo hice saber. ¿Por qué no reconocer el trabajo bien hecho? Es algo que me gusta hacer.

En todos sitios "estamos de todo" como dicen, pero me pregunto si no tendrá algo que ver el tema de la privatización con el comportamiento del primer médico, y no fue algo casual...

De todos modos, la anécdota principal que quería compartir, era una buena respuesta, al menos para mí, que surgió en la consulta, cuando el segundo doctor, preguntó: ¿Toma usted algún medicamento para dormir? ¿Pastillas, relajantes, etc.? "No, no tomo nada... (Y pensé, en voz alta:) Lo mejor para dormir es una conciencia tranquila." Y respondió: La verdad es que sí. ;)

martes, 5 de febrero de 2013

Días de mucho, vísperas de ná'

Hoy tengo un "no buen día"... No me apetece responder "buenos días" a nadie...
Tengo el cuerpo dolorido físicamente, de agujetas creo, y eso hace que me sienta pesada y lenta en mis movimientos... casi débil. Ayer tampoco fue muy buen día que digamos, pero cada día cuenta. Por duro que sea, siempre hacemos algo para luchar por esa batalla o batallas personales, que tod@s libramos día a día. Llegar a nuestras metas u objetivos, nadie dijo que fuese fácil.

El mes anterior tenía muchas cosas que compartir: cosas que pensaba, que ocurrían, que encontraba, chorradillas, curiosidades, ... Y las fui guardando para cuando no tuviera más que silencios, para no dejar el blog tirado, con lo bonito que queda ver una regularidad de publicaciones mensualmente, jeje.  
Y es que, "días de mucho, víspera de ná", totalmente de acuerdo. Días de mucha fiesta, y luego meses que se hacen eternos sin eventos; días de muchos amigos, y varios después, soledad; días de mucha comida, y luego dietas;  momentos con muchas ideas y expectativas, y temporadas de vacío y desorientación; días de alegría, y días insípidos, días con muchas cosas que hacer, y otros, nada... Días de gastar energía, y días para reponerla...